Durante el siglo XVIII apareció el primer robot que jugaba ajedrez: el famoso autómata turco, creación de un inventor austriaco, el barón von Kempelen. Este singular invento recorrió las cortes europeas y se enfrentó nada menos que a Napoleón y Catalina la Grande.
La división entre realidad y leyenda no es muy clara en esta historia. Una versión, que leí hace mucho tiempo en la recordada revista chilena Mampato, señala que el autómata de Von Kempelen era en realidad una persona que ubicada dentro del artefacto y sin que nadie lo notara realizaba los movimientos de las piezas. Se trataba del oficial polaco de nombre Worowski, un caudillo que luchaba por la libertad de Polonia, invadida en 1772 por Rusia.
Worowski era un buen jugador de ajedrez y encontrándose un día en el Palacio de Oficiales de Riga, capital de la actual Letonia, disputó una partida contra un oficial ruso, al cual venció. El oficial indignado derribó la mesa, originando una descomunal batalla entre militares rusos y polacos. Los rusos recibieron refuerzos y lograron controlar la situación. Worowski en su huida se fracturó sus dos piernas. Recogido posteriormente por sus amigos fue llevado a un médico quien debió amputarle las piernas para salvarle la vida.
Von Kempelen tenía simpatía por la causa polaca y era amigo de Worouski. En cierta ocasión le presentó un sorprendente invento: un muñeco de madera vestido de turco, sentado frente a un cajón con un tablero de ajedrez. Con unos ingeniosos mecanismos el muñeco podía mover sus manos y realizar las jugadas en el tablero. Le propuso a Worowski que en su condición cabría perfectamente dentro de la máquina y de esta forma podría escapar de la ciudad.
Von Kempelen presentó su creación en público y ofrecía 5oo rublos a quien venciera al autómata. La noticia llegó a oídos de la zarina Catalina, quien se interesó por el invento y quiso jugarle una partida. El autómata turco ganó este juego y Catalina felicitó a su inventor indicándole que tendría mucho éxito con su ingenioso muñeco. No se sabe que sucedió después con Worowski.
Otras versiones dicen que el autómata posteriormente pasó a manos del músico Leonard Maelzel y era exhibido con frecuencia a todos los personajes de ese tiempo. Napoleón incluso fue derrotado en tres ocasiones por el robot, pero en esa ocasión el autómata era el fuerte jugador austriaco Allgaier.
Maelzel después viajó con el turco a América, donde contrató al ajedrecista Schlumberger para reemplazar a Allgaier. Finalizada una exhibición, Schlumberger, que era más bien gordo, quedó atrapado en la caja y empezó a pedir ayuda, tras lo cual la gente descubrió el secreto del turco. Este hecho y la publicación del artículo El Jugador de Ajedrez de Maelzel; realizada por el máximo escritor de cuentos de terror, Edgar Allan Poe, quien demostró que el autómata era una persona que se ubicaba dentro del mecanismo y realizaba las jugadas; terminaron con el misterio del primer robot ajedrecista.
Las Máquinas de Ajedrez Actuales
Hermann Hesse en su famoso libro El Lobo Estepario predice la lucha de las máquinas contra los hombres, en la cual las máquinas serán las vencedoras. No muy lejos de la realidad estuvo este lúcido escritor ya que actualmente los avances de la tecnología y los computadores han desplazado en muchas tareas a los seres humanos.
Las computadoras de ajedrez ingresaron a la arena competitiva con mucha fuerza, tanto es así que nadie duda que será imposible que los ajedrecistas humanos puedan doblegarlas, basta mencionar la masacre propinada por la máquina-monstruo Hydra al gran maestro inglés Michael Adams hace pocos meses atrás.
La división entre realidad y leyenda no es muy clara en esta historia. Una versión, que leí hace mucho tiempo en la recordada revista chilena Mampato, señala que el autómata de Von Kempelen era en realidad una persona que ubicada dentro del artefacto y sin que nadie lo notara realizaba los movimientos de las piezas. Se trataba del oficial polaco de nombre Worowski, un caudillo que luchaba por la libertad de Polonia, invadida en 1772 por Rusia.
Worowski era un buen jugador de ajedrez y encontrándose un día en el Palacio de Oficiales de Riga, capital de la actual Letonia, disputó una partida contra un oficial ruso, al cual venció. El oficial indignado derribó la mesa, originando una descomunal batalla entre militares rusos y polacos. Los rusos recibieron refuerzos y lograron controlar la situación. Worowski en su huida se fracturó sus dos piernas. Recogido posteriormente por sus amigos fue llevado a un médico quien debió amputarle las piernas para salvarle la vida.
Von Kempelen tenía simpatía por la causa polaca y era amigo de Worouski. En cierta ocasión le presentó un sorprendente invento: un muñeco de madera vestido de turco, sentado frente a un cajón con un tablero de ajedrez. Con unos ingeniosos mecanismos el muñeco podía mover sus manos y realizar las jugadas en el tablero. Le propuso a Worowski que en su condición cabría perfectamente dentro de la máquina y de esta forma podría escapar de la ciudad.
Von Kempelen presentó su creación en público y ofrecía 5oo rublos a quien venciera al autómata. La noticia llegó a oídos de la zarina Catalina, quien se interesó por el invento y quiso jugarle una partida. El autómata turco ganó este juego y Catalina felicitó a su inventor indicándole que tendría mucho éxito con su ingenioso muñeco. No se sabe que sucedió después con Worowski.
Otras versiones dicen que el autómata posteriormente pasó a manos del músico Leonard Maelzel y era exhibido con frecuencia a todos los personajes de ese tiempo. Napoleón incluso fue derrotado en tres ocasiones por el robot, pero en esa ocasión el autómata era el fuerte jugador austriaco Allgaier.
Maelzel después viajó con el turco a América, donde contrató al ajedrecista Schlumberger para reemplazar a Allgaier. Finalizada una exhibición, Schlumberger, que era más bien gordo, quedó atrapado en la caja y empezó a pedir ayuda, tras lo cual la gente descubrió el secreto del turco. Este hecho y la publicación del artículo El Jugador de Ajedrez de Maelzel; realizada por el máximo escritor de cuentos de terror, Edgar Allan Poe, quien demostró que el autómata era una persona que se ubicaba dentro del mecanismo y realizaba las jugadas; terminaron con el misterio del primer robot ajedrecista.
Las Máquinas de Ajedrez Actuales
Hermann Hesse en su famoso libro El Lobo Estepario predice la lucha de las máquinas contra los hombres, en la cual las máquinas serán las vencedoras. No muy lejos de la realidad estuvo este lúcido escritor ya que actualmente los avances de la tecnología y los computadores han desplazado en muchas tareas a los seres humanos.
Las computadoras de ajedrez ingresaron a la arena competitiva con mucha fuerza, tanto es así que nadie duda que será imposible que los ajedrecistas humanos puedan doblegarlas, basta mencionar la masacre propinada por la máquina-monstruo Hydra al gran maestro inglés Michael Adams hace pocos meses atrás.
2 comentarios:
buena historia .pero al final gana .....la humanidad...eso espero..jejeje
Una historia muy romántica, pero no es lo que explica Poe. Al parecer la caja del autómata era suficientemente grande para que un hombre "completo" cupiera dentro. Además, parece que a lo largo de la vida del autómata varios ajedrecistas "normales" lo "ocuparon".
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